Comentario
En estas circunstancias en que se juntaban la paz con Persia, los planes coloniales y la afirmación del imperio como elemento de reforzamiento de la democracia, los sectores oligárquicos, según Plutarco, se asustaron ante la posibilidad de que Atenas cayera definitivamente en manos del demos, a pesar de que el dirigente teórico, personalizado, fuera Pericles. Por ello, comenzaron a gestar planes dirigidos específicamente contra éste. Como alternativa, se promueve la candidatura representada por Tucídides, hijo de Milesias, a quien comparaban con Cimón, como si se tratara de hacer renacer una política basada en la alianza con Esparta y en las relaciones sociales expresadas principalmente en el evergetismo. El objetivo era que los oligarcas recuperaran el control del estado.
La campana de Tucídides se proyectó en las acusaciones, dirigidas contra Pericles, de dilapidar el dinero público procedente de los aliados en gastos favorables a la ciudad. El objetivo era, por tanto, el tipo de redistribución que Pericles había ofrecido como alternativa al evergetismo, el dinero demosion como fondo para el bien colectivo. Según Plutarco, Pericles se ofreció a actuar en consecuencia. Si no se admitía el gasto público para sus proyectos, emplearía sus dineros privados, lo que fue rechazado por el demos que, evidentemente, se inclina por el sistema que él mismo había preconizado. En relación con esto se encuentra, sin duda, el ostracismo del año 444-43, promovido al parecer pensando que la popularidad de Pericles podría considerarse peligrosa, por tender a transformar su superioridad democrática en superioridad tiránica, como se dirá luego del imperialismo. El resultado, sin embargo, fue que el mismo Tucídides resultó el objeto de los votos negativos de la mayoría del demos. El sistema se halla en un momento espléndido y la colaboración entre Pericles y el demos, basada en el imperio, posiblemente se encuentra en su punto culminante.